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1506 FRAY DIEGO DE ESTELLA mI TRÁNSITO... La siega ha llegado, bajo un sol de oro, entre las fragancias de una floración, el trigo está rubio, maduro,... encerado,... en la más espléndida y feraz granazón... Por allá descienden, con su hoz al hombro, blancos segadores. de túnicas largas..., de alas en flor,... vienen desgranando con la galanía de los ruiseñores un canto de amor: «Feliz aquel siervo sencillo y prudente que el Señor ha puesto sobre su heredad su vida sembrada de trabajo acerbo brotará en la gloria rosales eternos de felicidad». El buen Padre Diego, tendido en el lecho que rodean los frailes con santa piedad, espera el momento, con férvidas ansias, de dar en su pecho al Huésped Divino hospitalidad. Ya llega, ya llega entre salmos el Huésped Divino, viático blanco del alma sedienta de inmortalidad; lo adora y lo come... ¡dulce pan y vino!... ¡Oh santo Fray Diego, partid ya a la patria de la eternidad! Los ángeles buenos, blancos segadores, segaron ya el trigo de tu fecundísima y santa labor; como en un panal de aromas inéditos, de ocultos dulzores su cuerpo te dió en el pan y vino el mismo Señor. ¡Partid ya a la patria de eterna alboradal... ¡partíos al punto, la siega llegó con su olor!... ¡el trigo está rubio, la mies encerada!... Los ángeles trinan el canto de amor... «¡Feliz aquel siervo sencillo y prudente que el Señor ha puesto sobre su heredad; su vida sembrada de trabajo acerbo brotará en la gloria rosales eternos de felicidad!...» Poesta agraciada con el premio de las Reverendas Comunidades de P. P. Ca- puchinos y Escolapios, de Estella.

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