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148 FRAY DIEGO DE ESTELLA Entre el leve rumor de los tilos que el cenobio en sus sombras recatan, se percibe celeste salmodia, que tenaz filomela no iguala: son frailes que rezan, serafines que adoran y cantan. * >! * El sol ya amanece... La campiña despierta encantada, riente y parlera bajo un chal impalpable de gasas. Oculto en su celda, cual la perla en su concha bivalva, nuestro monje sus recios amores a Dios ofrendaba, de su afecto el orobias quemando con lengua seráfica: «¡Ingratos!... ¡Ingratos!... »¡De su Dios, que es su Padre, se apartan! »¡Blasfeman de Él »y Le escupen vilmente a la cara!...» Calló nuestro fraile... De sus ojos rodaron dos lágrimas... y tomando en sus manos un folio grabó estas palabras: »¡ Vanidad... vanidad es el mundo!... »¡Sus grandezas... espuma que pasal!... »¡Sólo Dios es manjar y es hartura!... »¡El amor de mi Dios: esto basta!...»

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