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Y SU IV CENTENARIO »cual reptil hambreando placeres, inmundo se arrastra. »Y el hombre... ¿qué es?... »¿Qué es el mundo que así le arrebata? »Un soplo, un aliento; ide sí... pura nada. »¡¡Y Os deja!! Y Os deja!! »¡¡Y Os vuelve la espalda!!» En la rústica cruz de madera, que a su pecho muy fuerte abrazaba, dió un ósculo tierno como sello de aquesas palabras; y arrobado en celeste deliquio nuestro fraile lloraba... lloraba... «¡Porque ellos Te dejan!... «¡Porque ingratos Te vuelven la espalda y el eco remoto con cadencias muy tristes y amargas volvió a repetir: «¡Porque ingratos Te vuelven la espalda!» Tranquila y serena la noche avanzaba. Sonaron las doce. La ruda campana de iglesia vecina se oyó en la comarca. Y muy luego también vocinglera su voz argentada difundió por aquellos contornos la esquila de casa. Natura, dormida entre aroma enervante de salvia, pareció despertar un momento... y allí en la enramada palpitó rumorosa la brisa, agitando sus débiles alas. Nuestro asceta partióse del huerto, dejó su fontana y hacia el coro voló con presura a entonar a su Dios alabanzas.

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