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146 FRAY DIEGO DE ESTELLA que arrobado en querúbicas ansias, su ser por entero en el seno de Dios escanciaba. Un rayo de luna en blancura al seráfico baña, que engolfado en profundos pensares, y añorando la célica patria, muy quedo camina por la húmeda grama. Su rostro de asceta, que un ligero livor abrillanta, se anima de pronto, se enciende, se abrasa... y entre ardores que van a sus labios en mil lumbraradas, se rompe aquel cráter vomitando un torrente de lava, y en son de lamento con ímpetu exclama: «¡Señor!... ¿Es posible?... »¡ Horrible desgracia!... »¿No sois Vos el dechado perfecto »y la suma belleza increada?... »¿No está en Vos el compendio y la cifra »de toda la gracia, »que repica en los aires »en gorjeos, en frondas, en auras; »que restalla imponente en el trueno »de fiera borrasca; »que alumbra en los campos; »que se quiebra, brillando en las aguas; »que fulgura en la mente del hombre; »que palpita, animando las almas; »que escucho, que veo, »que bulle, que irradia, »que derrite mi pecho en amores; »que es hambre, que es ansia; »que es pan que conforta »y hartura que sacia?... »Mas el hombre, luciérnaga vil »que ahora luce y al poco se apaga, de Vos se desdeña »scon loca arrogancia. »Os deja orgulloso, »y a fétida charca, A PERE UE add