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130 FRAY. DIEGO DE ESTELLA guno es llamado hijo más que Benjamín. Y así aunque los apóstoles fueron como hijos del Redentor en el amor, los primeros hijos de la Iglesia Esposa de Cristo, sólo San Juan fué llamado hijo... A Benjamín llamó su padre hijo de la mano derecha y a San Juan puso el Redentor nombre de hijo estando en la Cruz, Pero otro nombre le puso su madre Raquel cuando le llamó Beno- mi, que quiere decir hijo de mi dolor. Dice la madre, que es la Reina del cielo a quien fué dado por hijo: Llámenle Benoni pues el día de mi dolor me fué dado por hijo. Pues así como Benjamín, hijo menor de su padre, fué como menor más amado que todos sus hermanos así San Juan con amor más sin- gular fué por el Salvador del mundo más honrado y regalado. »Por estas razones y otras muchas que por evitar prolijidad no traigo, fué prevenido este soberano evangelista de su maestro y señor con singularí- simo amor entre todos, siendo más escogido y en más altos oficios colocado y haciéndole más esclarecidas mercedes que a todos. Revelóle los altos miste- rios y y descubrióle profundos secretos ; mostróle su potencia cuando lo metió consigo en la casa del archisinagogo, para que viese la resurrección de aquella doncella ; mostróle su gloria cuando se transfiguró en el monte Tabor ; en- trególe todos sus tesoros y didle lo mejor que tenía que fué su santísima madre, por las cuales cosas y otras muchas se prueba ser más amado que todos pues más bienes recibió que todos y de más esclarecidos dones fué proveído y con más altos títulos honrado.» La característica de este libro, el primero de importancia que escribió Fr. Diego, es marcar la dirección que seguirá en todas sus obras, a saber predicación moral, guía de la inteligencia y del corazón ; la unción no se desborda, es erudita ; es una biografía convertida en panegírico donde el afán de moralizar se ve avivado por la opinión que tenía formada de sus lectores, que siendo simplemente personas devotas necesitan que vuelva y revuelva una idea en todos sentidos, para dar más pasto a su devoción aun a trueque de perjudicar al buen gusto literario que se resiente de la demasiada repetición. Por lo demás es arsenal de pensamientos ascéticos que son menudencias para los ojos del siglo, pero de tanta estima en los de Dios que no los remunera menos que con un reino eterno.
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