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Y SU IV CENTENARIO 115 Ambrosio, Gregorio, Juan Crisóstomo y Beda, exégesis que es siempre práctica y popular. Véase como ejemplo la exposición del versículo 24 del capítu- lo VI: «¡Ay de vosotros, ricos, porque tenéis vuestro consuelo! »La palabra ¡Ay! de la Sagrada escritura (según atestigua San Gregorio) se refiere al llanto eterno más bien que al presente ; de donde Isaías dice : ¡Ay del impío en el mal! recibirá la retribución de sus manos. Job dice: ¡Ay de mí si fuese impío! Y por antítesis opone a cuatro promesas cuatro amenazas; como señaló a cuatro bienaventuranzas cuatro virtudes cardinales en corres- pondencia. Así la pobreza engendra la templanza, el hambre la justicia, el llanto la prudencia y el desprecio la fortaleza. Del mismo modo pone cuatro amenazas contra los cuatro vicios correspondientes. El primer ¡Ay! lo fulma- na contra la codicia de los ricos, que se opone a la pobreza y virtud de la tem- planza diciendo: ¡Ay de vosotros ricos! El segundo ¡Ay! se refiere a los delei- tes de los epicúreos que se opone al hambre y a la justicia cuando dice ¡Ay de vosotros los que e.táis hartos porque padeceréis hambre. El tercer ¡Ay! ame- naza a los que se alegran van mente lo cual se opoxe al llanto y a la Prudencia cuando dice: ¡Ay! de vosotros los que reís ahora, porque lloraréis eternamente El cuarto ¡Ay! lo laxza contra los aplausos del mundo que se oponen a la for- taleza cuando dice: ¡Ay de vo:otros cuando os aplauda el mundo! Y si los pobres son bienaventurados como dijo Cri to, ¡Ay de los aficion1dos a las riquezas! Si <on bienaventurados los que tienen hambre, ¡Ay de los glotones que se hirtan de manjares y de vino!, de donde se lee en los Proverbios: No asistas a convites de bebedores mi tomes p1rte en las francachelas de aquellos que nunca se ven hartos de carne. Si son bienaventurados los que lloran ¡ay de los que se alegran y ríen! Sartiago dice: Llorad y lamentaos en vuestras mi:erias. Si son bienaventurados los que tienen paciencia ¡ay de los impa- cientes! El mismo Apóstol dice: Son dignos de glorificación los que sufren con paciencia. »Observa sin emb1rgo que en todas estas bendiciones y maldiciones existe cierta semejanza y correspondencia entre la mueva y antigua ley. Cuando Dios dió la ley a Moisés, le dió también bendiciones y maldiciones ; pues mandó que hubiese seis tribus en el monte Garic n para bendecir y otras seis tribus en el monte Siebal a la entrada de la tierra de Canaán para maldecir; y en el 27.0 Cap. del Deuteronomio encontrarás maldiciones, y en el capítulo siguiente hallarás bendiciones. Cristo, verdadero Dios, que dió a Moisés la ley antigua, observó el mismo orden y modo en la nueva ley, por que pu:o bendi- ciones para los cumplidores de la ley y maldiciones para los infractores ; pues así como son bendecidos los pobres, son maldecidos los ricos y así de otras bendiciones y maldiciones. Observa también que estas maldiciones no fueron

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