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114 FRAY DIEGO DE ESTELLA ¿Cómo se explica que después de una aprobación tan favorable se man- dase expurgar la obra? ¿No vió el P. General los pasajes que aun contra la voluntad de Fr. Diego podían inducir a error? Parece que las palabras castigationem et correctionem, que en el original de su carta se leen, dan a entender que sí. Lo cierto es que la obra apareció y al poco tiempo se mandaron expurgar algunos pasajes. Se compone la obra de 24 capítulos, tantos como tiene el Evangelio de San Lucas. Ya en el capítulo primero hay una observación que puede aplicarse a todos los demás y que explica la extensión que da a estos comen- tarios. Dice : «Después de explicar el texto del Evangelio en esta obra de San Lucas, haré aplicación de su doctrina a la reforma de las costumbres para prove- cho y utilidad de las almas ; pues como dice San Pablo. Todo lo que está escrito, ha sido escrito para nuestra enseñanza.» Si hemos de señalar de un modo inconfundible la característica de es- tos comentarios sobre San Lucas, diremos que consiste en ser ampliamente homiléticos, haciendo uso especialmente del sensus accomodatus cum fun- damento in re. Las palabras del texto evangélico son para Fr. Diego vasos de oro que contienen la doctrina moral, que de este modo no se presenta siempre vestida según el mismo patrón, sino atrayente y variada por los nuevos puntos de vista desde los cuales se considera. En esta obra se funden íntimamente el comentador y el predicador, y extraña sobremanera que, cuando tantas obras homiléticas se publican en el extranjero, no exista en nuestra patria ni una traducción de esta obra, ni una edición latina crítica y manual. Se ve clarísimamente el empeño que tenía Fr. Diego de que esta obra sirviese para la predicación de la Sagrada Escritura, según el espíritu de la Iglesia. Su fin era popularizar el Evangelio como medio para enriquecer los conceptos religiosos y para hacer de la vida del cristiano una como con- tinuación de la vida de Jesús por el influjo de su gracia. Así se comprende que su predicación tuviera siempre frescura, novedad y viveza; En esta obra ya no es el místico silencioso y absorto en las delicias del claustro ; aquí es el apóstol batallador, proselitista, que peregrina por los pueblos, predica por las ciudades, y mantiene perpetua guerra con el espíritu del mundo. La exposición que hace Fr. Diego del Evangelio tiene todos los carac- teres de una homilía no temática, sino exegética ; es decir, que declara los pasajes sentencia por sentencia y aun palabra por palabra, mediante una exégesis fundada sobre todo en los Santos Padres Jerónimo, Agustín,
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