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= 678 = ¡la toma de Ostia, año 1497) entró en Roma acom- pañado de la gente de guerra, con gran fiesta y alegría general del pueblo, recibiéndole todos los Cardenales y familia del Papa, y concurriendo el Senado, el pueblo y toda la corte, como á capitán victorioso en guerra tan necesaria y forzosa, lle- vando detrás de sí á los vencidos; y de esta suer- te fué á hacer reverencia al Papa que le esperaba en Consistorio, con el fin de partirse luego el reino para volver á Calabria. Recibióle el Papa haciéndole muy grande honra y cortesía, y dióle la Rosa que en cada año se suele dar por el Pontífice, en testimonio de grandes me- recimientos y servicios hechos á la Sede Apostóli- ca por príncipes muy poderosos ó por capitanes muy valerosos y excelentes.» Sobre este suceso dice también un historiador italiano: «Entró como triun- fo en Roma, con cien hombres de armas, doscien- tos caballos ligeros y mil quinientos infantes, todos soldados españoles llevando delante al castellano preso, á quien poco después dió libertad. Salieron á su encuentro muchos Prelados, la familia del Pontífice, los Cardenales todos, el pueblo y la cor- te, ansiosisimos de ver á un capitán cuyo nombre con extraordinario lustre resonaba por toda Italia. Conducido á la presencia del Papa, que estaba en el Consistorio, recibiólo con muy grande honor y le dió la Rosa de oro que los Pontífices suelen dar cada año, en testimonio de su valor.» Citaré también otra ocasión en que la Rosa de oro fué ofrecida á una ilustre dama española que no era soberana, ni infanta, ni princesa. Esta fué la Duquesa de Alba, esposa del Virrey de España en Nápoles, la que obtuvo esta honra del Papa

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