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ADICIÓN AL PAPA 104, GREGORIO IV En este Pontificado, año 829, fué hallado el se- pulcro del Apóstol Santiago. El cuerpo de Santiago, traído por sus discí- pulos á España desde Jerusalén, donde había de- rramado su sangre por Jesucristo el primero de to- dos los Apóstoles, fué enterrado en un lugar llama- do Libredón. Muertos los dos discípulos que habían quedado en custodia del sagrado depósito, perdió- se enteramente la memoria del sitio donde fuera sepultado. Las persecuciones de los romanos, las invasiones de los suevos y mahometanos, habían hecho perder hasta el último vestigio exterior de su existencia, creciendo la hierba sobre la tumba. En el siglo IX, reinando Alfonso el Casto, un anacore- ta llamado Pelayo comunicó al Obispo Teodomiro que había tenido revelación angélica del sepulcro del Apóstol, y á la vez varios fieles vieron luces milagrosas en aquel campo, de donde le viene el nombre de Compostela. Pasando allá el Prelado de Iria, fué testigo del prodigio, y halló entre la ma- leza una pequeña fábrica, dentro de la cual había una tumba de mármol bajo una bóveda de piedra. Alfonso mandó construir una iglesia allí mismo, con residencia para el Obispo. La celebridad del nuevo Templo,. la residencia del Prelado y la afluencia de peregrinos á visitar el sepulcro del Santo Apóstol, hicieron que la Sede antigua per- diera su nombre é importancia, adquiriéndola muy grande desde entonces la célebre iglesia composte - lana, una de las más célebres é insignes del orbe católico,

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