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= 657= Dolores de la Virgen.—Finalmente le vió espi- rar á las tres de la tarde, herir su costado con lá lanza, oscurecerse el sol, convertirse el buen la- drón, el centurión y otros; tuvo en sus brazos el cuerpo desenclavado de su Hijo, le adoró, y con San Juan, las otras piadosas mujeres, José y Nico- demus, le llevó al sepulcro. Resurrección. —El domingo inmediato le vió re- sucitado y glorioso, al rayar el alba, y otras mu- chas veces por cuarenta días. Ascensión.—A los cuarenta días, el 3 de mayo, jueves, cerca de las doce, salió del Cenáculo con su Hijo los once Apóstoles, las santas mujeres y otros fieles, hasta ciento veinte; llegó á Betania, media legua de Jerusalén, subió con toda la comi- tiva al monte Olivete, y allí se despidió de su Hijo, recibió su bendición, y le vió subirse á los cielos glorioso, más hermoso que el sol, acompañado de las almas de los santos Padres, que había sacado del Limbo, y de innumerables Angeles. Venida del Espíritu Santo.—De allí se volvió con su pequeña grey al Cenáculo en Jerusalén, casa de Juan Marcos, á esperar la venida del Espí- ritu Santo. A los diez dias, 13 de mayo, á las nueve, fué llena del Espíritu Santo, que en figura de lenguas de fuego bajó sobre ella y demás fieles, que esta- ban en su compañía esperando y orando. El mismo día tuvo el gozo de ver convertidos tres mil y recibir el bautismo. Desde cincuenta años que tenía entonces, hasta los setenta y uno, permaneció en Jerusalén en el monte Sión, en casa de Juan Marcos, hijo de María su parienta, discípulo de Jesús, y después compa- 47

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