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=.6% = A partir de esta fecha, la historia está fresca en la memoria de todos, y no necesitamos fatigar más al lector. Acabada del modo que todos sabe- mos la guerra por la religión y triunfante en toda la línea el liberalismo, España, en las últimas pos- trimerías del siglo, ha recogido los amargos frutos del árbol maldito. Ha perdido el ejército, la arma- da, el oro, la sangre y la honra. No tiene con qué hacer una alianza, sedet sola civitas plena populo y las columnas de Hércules la avergúenzan diciéndole non plus ultra no hay más allá, ha perdido sus colonias, y se limita á sí mis- ma. Ha quedado como viuda la princesa de las pro- vincias y señora de las naciones. Las naciones que antes la glorificaban y envidiaban, sibilaverunt et moverunt caput, la han silbado y mofado diciendo: ¿esa es la nación hermosa y floreciente, y gozo de toda la tierra? Pues ha llegado el día que esperá- bamos. La hemos devorado. Está ya sub tributo, muerta de hambre y agobiada de deudas, y dando un espantoso y alarmante contingente á la emigra- ción. A tales desastres la ha llevado el liberalismo, uno, malo, maldito, y condenado por*Dios y por la Iglesia, tanto cuando se ha mostrado franco en los Sagastas, Monteros, Vegas Armijos, Canalejas, Mo- ret y otros, como y más cuando se ha mostrado manso y artero en los Cánovas y Silvelas, comul- gador y devoto en los Mauras, Pidales y Vadillos. Ha sido el tal liberalismo para España, lo que el gusano para la fruta, la polilla para la ropa, la carcoma para la madera y para el león la calen- tura. Y la mayor parte de las desgracias, corruptio optimi pessima que del único remedio puede de-

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