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= 6352 = forma un plan de estudios propio para que la ju- ventud se eduque en el krausismo. Todavía parecía poco á los anarquistas el vergonzoso caos en que habían sumido á la nacional, y quisieron aumen- tarlo. Después de una sesión borrascosa, Castelar tuyo que dimitir. Afortunadamente el general Pavía, con una compañía de la guardia civil, ba- rrió del Parlamento tanta escoria demagógica, con aplauso de todos los hombres de bien, y se estable- ce un gobierno provisional bajo la presidencia del general Serrano. Este quiere el apoyo de Bismark, del canciller prusiano, perseguidor encarnizado del catolicismo, y para congraciarse con él se niega á dar el pase á las bulas de los Obispos preconizados. Derrotado el ejército de Somorrostro por las filas carlistas, quiere Serrano infundirle valor con su presencia, y gueda él mismo desacreditado. Se le- vanta con ayuda de Concha. Este, ciego con sus laureles, muere en Abarzuza, tres meses después queriendo tomar á Estella, y deja al ejército aba- tido, en dispersión, y completamente desmorali- zado, 29 de junio de 1874. Serrano, supremo jefe del Estado, va en socorro de Pamplona, y se ve sorprendido con la rebelión de Martínez Campos que proclama rey á D. Alfonso, 30 de diciembre de 1874, bajo la regencia de Cánovas del Castillo. Este, obrando bajo la presión revolucionaria y de las amenazas de Inglaterra, no tuvo fuerzas para restablecer la unidad religiosa cual pudo y debió hacerlo en los primeros momentos, antes bien fué el alma que consolidó todas las libertades de per- dición con tal de afianzar el trono y su propio po- der, resultando después el hombre más funesto de su siglo,

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