BCCPAM000R14-3-06000000000000

= 60)= 1870. Las leyes orgánicas que se hacen pata desenvolver el artículo constitucional, causan los mayores conflictos. Un decreto de 17 de marzo manda á los eclesiásticos jurar la constitución, y sólo sirve para darles ocasión de acreditar su fe y desprendimiento, pues prefirieron vivir en la mi- seria á prestar el juramento. Los poquísimos que claudicaron tuvieron que huir de sus pueblos por- que ni encontraban quien quisiera oir su misa. Ca- tedráticos, empleados de estado seglar, y maestros renuncian empleo y sueldo por no jurar defender lo que repugna á su conciencia católica. El 23 pre- senta el gobierno á las Cortes un proyecto de ley destruyendo las relaciones establecidas entre la Iglesia y el Estado. Otro proyecto de la misma fe- cha rebaja la dotación eclesiástica, sin tener en cuenta que no es sueldo que paga, sino mínima res- titución de lo mucho robado. A 24 de mayo se aprueba por ley el matrimonio civil; ley la más funesta, no sólo por su inmoralidad intrínseca, sino porque imponiéndose á todos llevaba la revolución hasta á las aldeas modestas y á la cabaña del pas- tor. Este concubinato lo había inaugurado en Reus un zapatero el año 68 llamándolo matrimonio ci- vil. Contra estos y otros impíos proyectos recurren Obispos y fieles, pero en vano. Sólo la Asociación de Católicos reunió 3.448.396 firmas contra la liber- tad de cultos, procedentes de 10.110 pueblos, que fueron llevadas en carros al Congreso y presenta- das por el Excmo. Sr. Antolín Monescillo, sapien- tísimo é integérrimo Obispo de Jaén. Para conte- ner tanta revolución, tanta anarquía y tanta inmo- ralidad, D. Carlos de Borbón, á8 de junio da un manifiesto muy sensato en forma de Carta á Villa-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz