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Pamplona, para entregar la ciudadela. El día de Santiago, que se había designado para el alzamien- to general, salieron al campo varias partidas en la Mancha, Castilla la Vieja y otros puntos, procla- mando á Carlos VII, no habiendo recibido á tiempo contraorden. Entregáronse rápidamente, pero sin armas, y sin dirección ni concierto: el gobierno logró fácil- mente dispersarlas. (1) Sin embargo, de esto tomó pretexto para cometer un sinnúmero de vejaciones contra los sacerdotes. Se quiso provocar un degiiello general. Llegó el caso de que el día de la Asunción, apenas hu- biera una misa en Madrid. Zorrilla mandó en 5 de agosto á los Obispos, que diesen cuenta de los clé- rigos que tomasen las armas, y que escribiesen una pastoral, para la cual, el mismo ministro daba las medidas canónicas que debían tomarse contra los clérigos desafectos. El Episcopado en general se negó á dar cum- plimiento á este mandato tan exorbitante como in- conveniente; y aún los que dieron Pastorales para evitar conflictos en puntos donde se amenazaba al (1) Los carlistas fueron ruidosamente maltratados, y se dieron contra ellos órdenes sanguinarias. En Montenale- gre fueron asesinados, más que fusilados, sin formación de causa, ni auxilios espirituales, nueve infelices cogidos sin resistencia, entre ellos un muchacho imbécil hijo de un pro- gresista. Toda la prensa, menos la progresista, lanzó un grito de horror. Hubo fusilamientos en Ciudad Real y otros puntos, pero el más notable fué el de D. Pedro Balanzate- gui. Capturado Polo el día 21 de agosto, quedó terminada la sublevación carlista, que sólo duró un mes, Las Provin- cias Vascongadas, Aragón y Cataluña, no se movieron por- que se recibió á tiempo la contraorden. 45

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