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= 597 = por el espanto que le causaba su propia grandeza, ganó el ánimo de todos los Cardenales, quienes se enternecían y lloraban tanto mas, cuanto que en esos tesoros de modestia y de sensibilidad que apa- recían á sus ojos vieron una pronta justificación del acto que acababan de realizar. Transcurrido un buen rato, el Cardenal Mastai levantóse con gran trabajo y se acercó otra vez á la mesa soste- nido por dos de sus compañeros. Las cédulas im- placables, continuaban una tras otra á su favor. Cuando le resultó mayoria, los Cardenales le- vantáronse todos como uno solo, y una sola voz resonó en la Capilla: el Sacro Colegio confirmó por aclamación el resultado del escrutinio. Joaquín Pecci, (León XIII) Camarlengo del Cónclave á la muerte de Pío IX. Tuvo en el pri- mer escrutinio mayor número de votos que cual- quier otro Cardenal. Esto le hizo reflexionar sobre lo que jamás había pensado. La noche la pasó in- tranquila, y esperaba con.temor la votación de la mañana. En este escrutinio llegó hasta treinta y ocho, casi el número exigido para la elección ca- nónica. La emoción causada en él al ver los re- sultados de las votaciones, la describió con elo- cuentes palabras el Cardenal Donnet, Arzobispo de Burdeos, que estaba sentado al lado del Carde- nal Camarlengo, en un discurso predicado en su Catedral á la vuelta del Cónclave. «Yo adverti, que como el Cardenal Pecci oyese su nombre re- petirse tan á menudo, y que todo lo designaba co- mo sucesor de Pio IX, gruesas lágrimas corrían por sus mejillas, y su mano, en vez de apuntar su nombre, temblaba con tanta violencia que la plu- ma se le cayó al suelo. Yo la levanté, y dándosela,

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