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= 0) ==» iguales en jerarquía; pero ya hay uno que se eleva sobre todos los demás, uno ante cuya presencia doblarán la rodilla hasta los mismos reyes y em- peradores: nada hay sobre la tierra que le iguale, porque es en ella el representante de Dios. Todos los tronos de los Cardenales han caido, sólo queda en pie el del Cardenal electo. El nuevo Papa, acompañado por los dos primeros Cardenales diá- conos, pasa al altar, hace una breve oración, y de allí va á detrás del altar donde es despojado de su traje de Cardenal para revestirse de los ornamen- tos pontificios ya preparados por triplicado según tres medidas, alta, baja y mediana, desde el prin- cipio del Cónclave. Consisten estos hábitos ú or- namentos en medias blancas, Zapatos de tercio- pelo encarnado con una cruz de oro bordada en su empeine, sotana blanca guarnecida de oro, cín- gulo con borlas también de oro, roquete, muceta, birrete, camauro y estola. Así revestido el nuevo Papa vuelve al altar y da-su primera bendición al sacro Colegio. Entre tanto han puesto en la plata- forma del altar la Sedia gestatoria, y todo está listo para la primera ceremonia solemne de dar homenaje al Vicario de Cristo nuevamente elegi- do. Esto se llama la adoración. Siéntase inmediatamente sobre la silla gestato- ria, y recibe el besamanos y los abrazos de todos los Cardenales, según el orden de su antigúedad. El Camarlengo es el primero que se acerca á él. Toma de manos del Papa el anillo cardenalicio de záfiro, y pone en su dedo el anillo del Pescador, y hace una reverencia, y besa los pies del Vicario en la tierra de Aquel que en la última cena lavó y be- só los pies de sus Apóstoles; besa después las ma- o] A A in AD

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