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delante de sí una mesita, cédulas impresas para la votación, y recado de escribir para llenarlas con sus votos. Las cédulas tienen ocho pulgadas de longitud por cuatro de latitud, divididas en dife- rentes casillas desiguales, cada una de las cuales tiene su destino particular. En la primera casilla ó espacio, el Cardenal elector escribe su nombre. Ego N. Cardinalis N. Dobla y envuelve la inscrip- ción en el segundo espacio. En el tercero hay dos cuadradillos que ocupan las extremidades, y en ellos pone dos sellos de cera. En el cuarto espacio escribe su voto, designando el nombre del sujeto á quien quiere elegir: «Eligo in Summum Pontificem reverendissimum dominum meum D. Cardinalem N. El quinto espacio recibe los mismos sellos que el tercero, y el sexto sirve para la inscripción de un lema ó de un texto de la Biblia, ó de algún san- to Padre. Aquí se dobla por la primera vez hacia bajo, quedando en blanco el último espacio. Si hay Cardenales enfermos, se eligen tres Cardenales en- fermeros para que vayan á recoger el voto de los que hayan quedado en sus piezas. Los tres escrutadores toman una cajita destina- da á los votos de los enfermos, la abren en presen- cia de todos para que vean que nada contiene, la cierran, la entregan á los Cardenales enfermeros, éstos van por el voto de los enfermos, quienes in- troducen la cédula por una abertura practicada so- bre la tapa. Se abre en presencia del Cónclave, contiene la cajita tantas cédulas como Cardenales haya enfermos, y se colocan dentro del cáliz, donde han de ser depositados todos los votos. Cuando cada uno de los Cardenales tiene prepara- e

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