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EA SEI = 2 = Este año la prodigiosá licuefacción de la san- gre de San Jenaro ha revestido un carácter de mayor importancia; pues que entre la muchedum- bre que presenciaba el prodigio, cerca del altar de la capilla del tesoro, se encontraban el duque de Aosta con la duquesa Elena, su esposa. Grande ha sido la impresión de éstos cuando con sus propios ojos vieron y contemplaron aquel espectáculo de fe y de poder divino. Besaron arrodillados y con toda devoción las reliquias de la sangre diluida y asistieron luego al solemne pontifical celebrado por $. E. el Cardenal Prisco,tomando luego asiento frente al trono deéste. Por este acto de piedad y de fe, el pueblo los aclamó á la salida de la catedral. Inmensa ha sido la alegría del pueblo napolitano con motivo de la licuefacción de la sangre del mártir, tronando con- tinuamente el cañón de la fortaleza de San Telmo y repicando á vuelo las campanas de toda la ciu- dad; sobre todos los rostros se asomaba el conten- to por el milagro que anualmente tiene lugar en su ciudad y continuamente vivaban al glorioso patro- no que tantas veces ha librado de la total ruina á su hermosa ciudad». No ha mucho, refiriéndose al milagro de la san- gre de S. Jenaro, decía el periódico semisectario é impío «La Prensa» de Buenos Aires: ¿Qué hay so- bre eso de la sangre de S. Jenaro? Y se contesta- ba: ya se ha descubierto que es todo una composi- ción química. Así dogmatizan cuatro ignorantes que se apode- ran de la opinión pública, y abofetean sin pudor á sabias y respetables personas que pueden dar fe de lo que allí pasa.

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