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= 540 = tinuo milagro? No reparamos en ello, pero no de- jan por eso de acontecer continuamente milagros, como la reproducción del género humano, el des- arrollo inexplicable de las plantas, el nacimiento de los polluelos, la multiplicación de los granos, etc. Pero los incrédulos, con increíble pertinacia, persisten en negar el milagro, con daño únicamen- te para ellos; cierran los ojos á la evidencia de los hechos prodigiosos, como muchos de los que se ve- rifican en Lourdes, con lo que no hacen más que mover á compasión. Niegan obstinadamente la di- vina economía sobre el mundo, y con una tirada de pluma, ó con un palabrerío necio y vano, preten- den destruir la obra de Dios y su divina interven- ción en la existencia del mundo. Entre los milagros más portentosos que se re- gistran en la historia eclesiástica, podemos incluir la milagrosa licuefacción de la sangre de San Je- naro en Nápoles, sangre que ha sido conservada en dos pequeñas botellas cerradas y selladas, y guar- dadas bajo tres llaves, de las cuales una está en poder del Arzobispo, otra la conserva el síndico y la tercera el capellán de turno. Ahora bien, en dos circunstancias en el año, á saber, en-abril y en septiembre, épocas que recuer- dan el martirio del santo obispo en Puzzoli y la traslación de su sagrado cuerpo que tuvo lugar en la iglesia catedral de Nápoles, ante un gentío inmenso. En esta fecha tiene lugar el hecho prodigioso que pasamos á referir. Los dos relicarios tomados por las tres personas arriba mencionadas, delante de millares de testi- gos son presentados al público y particularmente á los más cercanos, y todos pueden observar con sus

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