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— 5355 = vez, ¿quién creerá que siempre yerra? Los tribu- nales civiles han condenado á inocentes, no tiene duda, alguna vez: ¿inferiremos de ahí que son ino- centes todos los condenados á presidio ó á muerte? Y aún caso de que no todos los milagros sean ver- daderos, concédanos la incredulidad que lo es uno, siguiera uno entre mil, entre un millón; y si uno, uno tan solo lo es, tenemos el pleito ganado los ca- tólicos; una sola firma del cielo basta para califi- car la verdad del catolicismo, y para condenar por falsas las sectas que viven separadas de la ca- tólica unidad. Dirán: el demonio turba la fantasía de los católicos haciéndoles ver milagros en los que son nuevos embustes. ¿Cómo el demonio los deja á ellos solos en paz? ¿Cómo no les turbó á ellos alguna vez la fantasía, pintando en ella un solo milagro con que hiciesen creíbles sus erróneas y detestables doctrinas? Al menos confiesen que nos- otros estamos en pacifica posesión de los milagros, y ellos anhelan tenerlos y no pueden lograrlos. ¿Por qué, sino porque los católicos tenemos á Dios con nosotros, y ellos no? Y quien tiene á Dios con- sigo, cuenta con su omnipotencia, que es venero de milagros; y el que no tiene á Dios en su favor, sólo puede hacer recurso al demonio, el cual, ya que tenga habilidad para cosas prodigiosas, apa- rentes milagros, no es capaz de dar á la falsedad visos de verosimilitud, cuanto menos de verdad, sin que á la larga 6 á la corta se haga patente el engaño, porque sólo al milagro, que es la verdad, da Dios carácter incontrastable y eterno. Después que la rama del protestantismo se sepa- ró del árbol fecundo del catolicismo, éste ha pro- ducido á Ignacio de Loyola, á Francisco Javier, e us Za e tt A A — : — am Ai RR pa A A A gi bt
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