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a - 520 = tos de canonización. No se expiden éstos sin tener- se en cuenta los avisos escriturales: «No creáis 4 todo espíritu, sino probad antes si es de Dios.» El espíritu satánico, ángel tenebroso, se transfigura en ángel de luz.» «Por sus frutos los conoceréis.» De suerte que temerario será, por no decir hereje, el que puesta ya la censura y canonización ecle- siástica, reciba con mofa los milagros de los San- tos, y los apellide ilusiones de Satanás, como log llamaba Calvino. Retamos á todos los protestantes y á todos los incrédulos por sapientísimos que sean, á que desmientan científicamente un hecho sobre- natural que la Iglesia haya declarado milagro, ó bien, que inventen ó presenten á la Iglesia cual- quier hecho natural ó preternatural, y que lo ama- fien á su gusto y con cuantos testigos quieran, á ver si una vez siquiera sorprenden á la Iglesia de- finiendo como sobrenatural y milagro lo que no lo es. Ya lo han hecho, pero pueden repetirlo ciento á ver si una vez les sale bien, Que en la canonización de los santos el Papa sea infalible y esté exento de todo error, es doc- trina común de teólogos y canonistas, fundada en el universal poder del Vicario de Cristo; y esta in- falibilidad, no tanto estriba en las reglas de huma- na prudencia observada por la curia pontificia, cuanto en la asistencia del Espíritu Santo implo- rada por los Pontífices para guardarlas con per- fección, y concedida por los oráculos divinos á Pedro y sus sucesores en la Cátedra de Roma. A los obispos toca el cuidado de hacer inquisición so- bre los portentos que andan en boca del vulgo, y de conservar archivadas las informaciones y prue- bas, con ánimo de ofrecer el proceso á la Sede

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