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A — A — de renta, como al duque de Sotomayor, Marqués de Casa-Irujo, cuyo fin fué también de los más desgraciados. La Iglesia del célebre monasterio del Yuste, donde Carlos V celebró en vida sus funerales, se vendió en 50 duros. Ya lo había dicho Jesucristo. «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre tí como sobre piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.» Esta es la palabra divina, confirmada constan- temente por la historia. La Iglesia de Jesucristo, bajo la Ley antigua, fué perseguida en el pueblo judio que la represen- taba, por muchos y poderosos enemigos, pero Dios estaba con su pueblo, y sus enemigos fueron ani- quilados. La Iglesia de Jesucristo ha sido también perse- guida bajo la nueva Ley en las personas de los Ro- manos Pontifices, de los Obispos, de los sacerdotes y del pueblo cristiano, que constituyen esa sociedad divina; pero Jesucristo está con su Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. El infierno ha ensayado todos los medios que le ha sugerido su malicia para combatirla; pero Je- sucristo está con su Iglesia, y las puertas del in- fierno no prevalecerán contra ella. El martirio y la muerte de los fieles; el cisma y la herejía; la usurpación de la soberanía espiri- tual; el despojo de los bienes consagrados al soste- nimiento del culto y de sus ministros; la demoli- ción de los templos; la supresión de las Ordenes religiosas; la limitación de sus derechos y privile- gios, y finalmente, la usurpación del poder tempo-

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