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— 493 — se los apropian caballeros particulares, muere en el año 1878 con 38 años de destierro. Su hija Isabel de Borbón, en cuyo nombre se cometieron esos latrocinios y en cuyo reinado se echó tan gran borrón sobre la historia de España, muere en 1904, con 36 años de destierro. «Aquel espantoso PECADO DE SANGRE debe pe- sar más que todos los crímenes españoles en la ba- lanza de la divina justicia, cuando después de pa- sado medio siglo, aún continúa derramando sobre nosotros la copa de sus iras. Y es que si la justicia humana dejó insepultas aquellas víctimas, su san- gre abrió un abismo invadeable, negro y profundo como el infierno, entre la España vieja y la nueva, entre las victimas y los verdugos; y no sólo salpi- có la frente de los viles instrumentos que ejecuta- ron aquella hazaña, semejantes á los que toda de- magogia recluta en las cuadras de los presidios, sino que subió más alta, y se grabó como perpé- tuo é indeleble estigma en la frente de todos los partidos, desde los más exaltados á los más mode- rados; de los unos porque armaron el brazo de los sicarios; de los otros porque lo consintieron ó am- pararon; y de algunos porque se apoderaron de los despojos.—M. Menéndez Pelayo.» Omitimos la larga lista de personas sin con- ciencia, que habiéndose apoderado de los bie - nes eclesiásticos en aquel «¿inmenso latrocinio», tu- Vieron un fin desastroso. Unos se volvieron locos, otros se suicidaron, á otros Dios les quitó la vida de repente, sin darles tiempo ni aun para mostrarse arrepentidos. Algu- nos llevaron su codicia hasta el punto de acaparar tanto, que les producía lo eclesiástico 60.000 duros

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