BCCPAM000R14-3-06000000000000

= 487= Diez años después envió sus ejércitos contra el Papa y se apoderó de Roma, usurpando los peque- ños restos que aún le quedaban por robar del pa- trimonio de $. Pedro, afligiendo al Padre Santo y á toda la cristiandad, y llevando á la misma ciu- dad santificada por la Silla pontificia todos los es- cándalos, todas las profanaciones, todos los aten- tados de la Revolución más impía. En cuanto á las ofensas causadas por Víctor Manuel desde su entrada en Roma á la Santa Sede y al Padre Santo, bien puede decirse que no tienen ejemplo en la historia. Víctor Manuel, á fuer de hurtos y sacrilegios, llegó á elevarse desde el mo- desto trono del Piamonte, á ser Rey de todo Italia; pero considerándose excomulgado, su vida había sido una serie de amargas aflicciones con que le llamaba al buen camino la misericordia divina, ó castigaba sus crímenes la justicia de Dios. Apenas inició su política anticatólica, Victor Manuel vió morir en ocho días las prendas más queridas de su corazón, su madre y su esposa, muertes ambas casi imprevistas, y especialmente la segunda, en las que no pudo menos de verse la mano de Dios. Luego murió, y muy joven, su único hermano. Víctor Manuel reconocía la enormidad de su culpa. En una ocasión fué muy franco, muy inge- nuo, y dijo al embajador francés: ¿Qué quiere us- ted? V. no cree que Roma es la capital de Italia. Yo tampoco lo creo; pero ¿qué hago? Yo voy ya rodando, y no puedo detenerme hasta que me es- trelle contra las rocas que hay en el fondo del abismo. ¿Me pide V. garantías para el Padre San- to? ¿Y cómo he de darlas? ¿Las tengo yo para mí?

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz