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= 477 = siente enfermo de muerte y á los tres días está en la sepultura; el año 1861. Muchos Prelados prohibieron se le hiciesen hon- ras fúnebres al que había sido en nuestra época uno de los más encarnizados perseguidores de la Iglesia y del Papa. (1) En el mismo día en que mu- rió Cavour se volvió loco Farini. MIGUEL CAPUTO, OBISPO DE ÁARIANO. El único Prelado italiano que hizo traición á la Iglesia echándose en brazos de la revolución ita- liana, que tantas amarguras causó al santo é inmor- tal Pío IX, fué Mons. Miguel Caputo, Obispo de Ariano, en el reino de Nápoles. Caputo era dominico, y estaba considerado co- mo uno de los más entusiastas legitimistas de su tiempo. El impío Garibaldi se lo atrajo á su parti- do revolucionario prometiéndole el Arzobispado de Milán, y le hizo Capellán mayor, gran limosnero del Rey, y superior de todo el clero de palacio y el castrense. Todo esto, por supuesto, con la con- dición de que había de consagrar Obispos para for- mar la Iglesia nacional, independiente de Roma, y que al P. Pasaglia se le consagraría Arzobispo de Turín. Victor Manuel estaba sabedor y contento de todo esto. Pío IX, después de tantas amonestaciones pri- vadas al Obispo, excomulgó al Prelado apóstata. El ordenó y se rodeó de sacerdotes que pensasen como él, y á otros los atrajo con halagos y prome- sas. Permaneció siempre sordo á la voz del Pastor supremo de la Iglesia y al grito de su conciencia, (1) Huguet. Terribles chatiments des revolutionnaires,

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