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= 414 = nos, y que debía mirar por igual el derecho de cada uno. Llena está la historia de los atropellos y ultra- jes de aquel tirano al Santo Padre que no quiso se- cundar sus ambiciosos planes. Fué excomulgado, y se burló de la excomunión diciendo: «si pensaba el Papa que la excomunión haría caer las armas de las manos de sus solda- dog». Y la excomunión hizo caer las armas de las manos de su formidable ejército en España y en Rusia, cayendo él mismo. Napoleón I, tan fastuosamente llamado el GFran- de, murió el año 1821 á 1800 leguas de su patria, vencido, humillado, agobiado bajo el peso de su inmensa desgracia, y encadenado como el Prome- teo de la fábula. FÉLIX DE LA MENNAIX, APÓSTATA. Un gran talento, una soberbia satánica y una voluntad constante sólo para el estudio, fueron los elementos que hicieron de La Mennais un profundo sabio, un pensador profundo y un incorregible apóstata. Semejante á Origenes y Tertuliano, La Men- nais quiso ser paladín de la Iglesia contra los que la combatian; pero en su desmedido orgullo quiso también imponerse á la Iglesia, y sólo consiguió ser su enemigo. En su soberbia, aspiró Áá ser más grande que la verdad, más grande que la Iglesia, que es su depositaria, más grande que el Papa, que es su representante. Este sacerdote empedernido murió el día 27 de febrero del año 1854, conservando hasta el último momento toda la fuerza de sus facultades intelec-

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