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= 467 = incrédulos, ahí tienen al patriarca de la increduli- dad. Venérenlo, dénle un beso filial, principio del beso eterno que le dará Lucifer sosteniéndole su característica sonrisa. Así murió, el año 1778, aquel aborto del infier- no que corrompió la Francia en el siglo XVIII, de- jando un tósigo tan activo en su doctrina que aún ahora corroe á los Combes y compañía, después de haber envenenado á los Víctor Hugo y Sué, á los malvados Dumas, padre é hijo y á los mismos Zolas. SEBASTIÁN JOSÉ, MARQUÉS DE POMBAL. Los discípulos que Volter tenía en todas las na- ciones, vieron en los Jesuitas los defensores más hábiles de la fe católica, y convencidos de que eran un obstáculo insuperable para su obra, resol- vieron perderlos, sin reparar en los medios; que ésta ha sido siempre la teoría de los liberales en todos los tiempos. Un ministro infame, Pombal, la liviandad de una impúdica cortesana en Francia, la Pompadour, el catolicismo liberal de un Car- los III y Conde Aranda en España, fueron los ins- trumentos de aquella trama inícua y escandalosa que se urdió para la expulsión de los Jesuítas. Pombal fué el tizón infernal que atizó por todas partes y en todas las esferas la discordia. Pronto llevó su merecido el ministro esclaviza- dor del trono de Portugal. Todo Portugal celebró su caida, su destierro y el pleito que le condenaba por sus crímenes. Francisco de Silva, en el mismo día de la pro- clamación de la Reina y en su discurso oficial diri- gido á la princesa en la plaza de Lisboa, dijo lo si- guiente con aplauso universal:

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