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= 438= sufrir. La lucha entre la verdad y el error, disfra- zado de mil modos y maneras, existirá hasta el último suspiro de los siglos. Jesucristo, que ha pro- metido á su Iglesia no sólo el triunfo final, sino la victoria tarde ó temprano de cada una de las bata- llas, le ha predicho que peleará hasta el fin; por- que sus enemigos, vencidos en un terreno, toma- rán posición en otro, y cuando nada nuevo tengan qne decir ni hacer, resucitarán las luchas antiguas. Hemos omitido, y seguiremos omitiendo en ca- da siglo, nombres desgraciados para no hacernos interminables. ESTEBAN Y LISEDO, SACERDOTES DE ORLEANS, HEREJES. Primero se les degradó, el año 1022. Fueron condenados á morir quemados. Cuando ya se abrasaban exclamaron: «nos ha engañado el demonio». Ya era tarde para salir vivos. Ellos mismos, al ver la hoguera que se les había prepa- rado, corrieron á arrojarse á ella en confirmación de su error. HUNFROI, ARZOBISPO DE RAVENA. Este hipócrita, arrodillado ante el Papa LeónIX, . recibió con sonrisa burlona la absolución que se le daba. Apercibido el Pontífice, exclamó derraman- do lágrimas: ¡Ay! este miserable está muerto. En el acto se sintió Hunfroi acometido de la enferme- dad que luego, sin llegar á su silla, le llevó al se- pulcro, el año 1051. NIZÓN, OBISPO DE FRISINGA. Amigo del anterior, á quien adulaba y á quien dijo llevándose la mano al cuello: Quiero que esta garganta sea cortada por la cuchilla sino hago descender del trono á León IX. En el mismo ins-