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ZP Z A AS JORGE DE CAPADOCIA, OBISPO HEREJE. Y CISMÁ= TICO DE ALEJANDRÍA. Los idólatras le encarcelaron,le destrozaron las piernas con garfios, le montaron sobre un camello y después de pasearlo por la ciudad llenándole de escarnio, lo arrojaron junto con el camello á una hoguera. JULIANO EL APÓSTATA, EMPERADOR DE ORIENTE. El imperio romano, que había tenido ya un em- perador cruel en Nerón, sanguinario en Decio y Diocleciano, bárbaro en Maximino y Maximiano, y un emperador justo, prudente y grande en Cons- tantino, vió al fin ocupado su solio. por un'empe- rador filósofo, hipócrita y apóstata. Hasta los 20 años había sido fiel; después le pa- reció el cristianismo demasiado bueno para. un principe tan lleno de vicios. Su persecución á los galileos, como él llamaba por desprecio á los cristianos, fué irritante por lo artera. Después de una vida de odio 4 Jesucristo, murió dirigiéndole la última blasfemia. En la guerra contra Persia, viéndose derribado del caballo por una flecha enemiga que se le clavó en el pecho, antes de expirar abrió su boca el im- pío por última vez para lanzar contra el cielo con un puñado de su propia sangre esta horrible blas- femia: «¡Venciste, Galileo!» Su cuerpo fué conducido á Tharso, donde se le dió sepultura, pero un terremoto lo arrojó de su sepulcro. (1) Ni la tierra quería guardar los restos de semejante monstruo. (1) Gregorio Nacianceno.

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