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— a OS — = 418= mente de una enfermedad espantosa que le obligó á volverse á Nicomedia. Su viaje fué una agonía contínua, y á su llegada le esperaba otro infortu- nio, porque Galerio le obligó á renunciar el impe- rio y retirarse á Salona. Vivió todavía algunos años humillado, y en un estado lamentable, pues su enfermedad le producía arrebatos de locura, durante los cuales temblaba y veía caer rayos del cielo que atribuía á castigos de Dios por haber perseguido á los cristianos. Sus dolores eran agu- dísimos y le arrancaban gemidos que semejaban bramidos de fiera. Quería morir y no podía. Por último su lengua, según afirma S. Gerónimo, se le caía á pedazos, devorada por los gusanos, y acabó de hambre, y con el dolor de ver triunfante la re- ligión por Constantino. Licinio, EMPERADOR CON MAJENCIO. (Murió el año 325 de Ntro. Sr. Jesucristo). Celoso de Constantino por la gloria que le ro- deaba, empezó á perseguir á los cristianos sólo por- que Constantino los favorecía. Martirizó á S. Blas, Obispo de Sebaste, y condenó á un estanque hela- do á cuarenta mártires, poniendo un baño caliente cerca por si alguno apostataba. Sólo uno flaqueó. Viéndolo el centinela, y que los Angeles bajaban con coronas, él confesó á Jesucristo y se llevó la corona del martirio entrando en el estanque. El apóstata fué castigado en el acto muriendo aún antes de refrigerarse en el baño. Licinio recibió reclamaciones de Constantino, porque de común acuerdo habían firmado no per- seguir á los cristianos. Estalló entre los dos empe- radores la guerra, pues Licinio quería deshacerse de su rival. Ofreció sacrificios á los dioses, prome-
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