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A A EDIPO AE a > ES ANDA AI RNA AJO A AL > ES A ATA > an NOTRE RN = 402= sólo faltaba levantar los muros; pero la noche an- terior al día en que habían de inaugurarse, un gran terremoto arrancó los cimientos lanzándolos al aire y sepultando bajo sus escombros á un gran nú- mero de judios. Al día siguiente vieron éstos que todo el terreno donde habian estado los cimientos lanzaba fuego que abrasaba á cuantos alcanzaba. Avisado el apóstata emperador de este prodigio, insistió en seguir las obras, empeñado como estaba en dejar á Cristo por impostor, y se comenzó á tra- bajar de nuevo. Pero el prodigio se repitió, y Ju- liano se declaró vencido y abandonó su impía em- presa. (1) Los que se burlan hoy de Jesucristo, niegan su divinidad y se ríen de sus palabras, pueden ir á Jerusalén á reedificar el templo; que intenten co- locar la primera piedra, para lo cual no se necesi- tan grandes trabajos, muchos operarios, ni mucho dinero, y si lo consiguen, desmentida quedará la palabra de Jesucristo, razón tendrán los judíos de no creerle Dios y esperar otro Mesías. Y á los que niegan los milagros les diremos que vayan á des- truir ese permanente. Anímense los Rothschiles, judios y los más ricos del mundo, á gastar la mi- llonésima parte de lo que tienen, que no empobre- cerán por eso. Al contrario, su nombre pasará á la historia laureado por el más estupendo de los inventos, cual sería haber hallado lo que no ha podido encontrar nadie, falsedad en Jesucristo. Unanse la impiedad, la ciencia, el dinero, las armas, los poderes todos del mundo, y envíen at- W quitectos y albañiles. Se trata nada más que de (1) Amiano Marcelino, Lib. 23, núm, 1,

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