BCCPAM000R14-3-06000000000000

= 401= lla carnicería, y cuando le ofrecieron las coronas de vencedor, respondió: Esta no es obra mía. Yo no he hecho mas que prestar mi brazo á la venganza di- vina irritada contra los judios. Los cristianos poco ó nada sufrieron, porque avisados de las profecías del Señor, salieron de Je- rusalén á la aparición del ejército romano, refu- giándose en otras ciudades y en las grutas del Car- melo. Así se cumplió la palabra de Dios y aquella maldición que atrajo sobre sí el pueblo deicida, Más tarde, los judíos, á quienes protegía el pri- mer Volter, Juliano el Apóstata, en odio á Cristo y los cristianos, fueron excitados por éste para reedi- ficar el templo de Jerusalén, á fin de desmentir las profecías y la palabra de Jesucristo. El emperador encomendó á Alipio, uno de sus mejores amigos, la ejecución de esta empresa sacrilega, sin que per- donara medio alguno para conseguirlo. El pueblo acogió con tal entusiasmo lá obra, que las mujeres, después de haber hecho donación de su mejores jo- yas, trabajaron en ella con sus propias manos, lle- vando tierra hasta en sus mismos vestidos. S. Cirilo, Obispo de Jerusalén, que á la vuelta de su destierro presenció tan sacrílegos esfuerzos de los judíos, dió una nueva prueba de su fe, anun- ciado que serían estériles; pero los judíos se rieron de sus palabras. Comenzóse á destruir lo que del templo quedaba en pie, los cimientos, á fin de pre- parar el terreno para la nueva edificación, siendo de esta manera los mismos judíos los que cum- plieron la profecía del Salvador, cuando dijo que no quedaría del templo piedra sobre piedra. Hecho esto y hasta preparados los cimientos, 51

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz