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DM los prefectos romanos, levantándose para sacudir su dominación, fueron los que ocasionaron la rui- na de su templo, de su ciudad y de su pueblo. Ne- rón, que ocupaba entonces el trono de los Césares, mandó contra Jerusalén á Vespasiano, que saqueó éincendió muchas ciudades. Electo Vespasiano, Em- perador, volvió á Roma,encomendando á su hijo Ti- to proseguir la guerra contra los judíos. Habiéndo- senegado éstos á aceptar la paz que se les ofrecía, Tito puso entonces sitio á Jerusalén en el tiempo de la Pascua, cuando contenía la ciudad una mu- chedumbre inmensa de judíos. Pero aquella multi- tud, en vez de prepararse ordenadamente á la de- fensa contra Tito que sólo tenía 60.000 hombres, an- daba dividida en facciones, causándose entre sí más muertos y estragos que la guerra de los romanos. El hambre se hizo sentir pronto con todos sus horrores en una población que no estaba abastecida para tanto concurso, llegando al extremo de que las ma- dres se comieron á sus propios hijos. Una señora no- ble y rica vueltos los ojos desesperados á su hijo, ex- clamó: ¡Desventurado! ¿para qué te conservo la vi- da?...¿para que perezcas de hambre?... ¿para queseas esclavo de los romanos? Más vale que te coma yo: y to- ma al niño, lo mata, lo asa,devora hambrienta par- te de él, y tiene apenas tiempo para esconder lo restante, pues llamaban precipitados á su puerta. Al olor de la carne asada entran hambrientos amenazando degollarla si no entrega los alimentos escondidos. .... y ella les presenta los miembros mutilados y asados de su hijo, diciéndoles con des- esperado dolor: ¿Si, es mi hijo! ¡Yo lo he muerto! ¡Yo lo he comido! ¡Comed, comed! ¿Seréis más de- licados que una mujer y una madre? E A e A

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