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PP : aa == 310= la masonería er suma, la impiedad batió palmas y felicitó al Pontífice por ese hecho, el más grande y el más glorioso de todos los realizados por todos log Papas. No contribuyó poco á acelerar la muerte del Pontífice la amargura que le produjo el insulto de esa impía felicitación. Como reconocía la ino- cencia de la Compañía y ninguna culpa tuvo en la supresión, para consuelo de su alma y prueba de que nada debía temer en la presencia de Dios, en los últimos momentos el Señor hizo á su favor un estupendo milagro, ocupando S. Alfonso María de Ligorio dos lugares á la vez, su oratorio, en Nápo- les, á vista de todos sus familiares, y el lecho del moribundo pontífice que expiró en sus brazos. Luego se hizo correr la noticia de que los Je- suítas lo habían envenenado. El Papa, al firmar el Decreto, declaró que lo hacía forzado, y que la tristeza le llevaría al sepulero. A los dos meses moría. El que aplauda el acto de este Pontífice es un ignorante ó un perverso; el que lo critique es un imprudente y un mal cristiano. El amor ciego que unos tienen á la Compañía de Jesús, ó el odio satánico de los del polo opuesto, califican parcial- mente á este Papa. Se nota que donde no hay Je- suitas nadie tiene interés en traer á colación este hecho histórico. Sólo el que tiene interés en Ccon- graciárselos para sus fines lo recuerda de palabra ó por escrito, nunca con edificación de los fieles. Á éstos les propondríamos por modelo los mismos Je- suítas, que adoran los juicios de Dios en silencio, respetando al Papa Clemente, y no siendo causa ni motivo de desedificación. Juando la Compañía de Jesús fué suprimida la formaban 41- provincias, 24 establecimientos de

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