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bernante que debían corregirse. Al salir de la Diócesis había prometido encargaría en Madrid dos preciosas imágenes, una del Rosario para los dominicos de Córdoba y otra de Jesús Crucificado para la Ciudad de Salta, en la Argentina. A: su llegada á Madrid encargó las imágenes, pero el santo prelado murió. (1) Y esto es lo portentoso del caso: En el año 1592, sin que se sepa cómo ni por qué medios, aparecieron dos cajas en el puerto del Callao (Perú). Sobrenadaban, y allí no se veía señal de naufragio ni de que barco al- guno las hubiere traido. Ellas solas se acercaban ála playa. Avisado el Virrey, éste asistió con las autoridades, y en presencia de todo el pueblo se abrieron aquellas misteriosas cajas. Cada una te- nía su inscripción en esta forma: Cristifera.—Para la Matriz de Salta. —Obispado del Tucumán.—Rosa- riana. —Para el Convento de Predicadores de Cór- doba.—Obispado del Tucumán. Se levantó acta de todo, y el Virrey las envió á su destino en hombros de la nobleza. Por el he- cho maravilloso y por los milagros obrados después, las imágenes recibieron del pueblo el nombre «del Milagro». Reciente es todavía la coronación, sep- tiembre de 1902, llevada á cabo con inefable con- suelo por uno de los más santos Prelados de la Dió- cesis de Salta, Monseñor Matías Linares y Sanze- tenea. En este pontificado, 1602, nace en Agreda, So- ria, la V. M. Sor María de Jesús, franciscana, lá acérrima defensora de la Definición Dogmática de (1) En olor de santidad, y fué enterrado en Atocha, año 1592, ¡in e aa A e e o

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