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= 270= CISMA XXVIII El Papa Gregorio XI habría sido un excelente Pontífice si hubiese sido menos francés y más ro- mano. Murió cuando se disponía á salir de Roma para volver otra vez á Aviñón llamado é instado por los Cardenales que allí habían quedado. Eso de más francés que romano puede decirse lo mismo poco más ó menos de todos los Papas de Aviñón. Parecerá á alguien que esto es pequeño defecto; pero este pequeño defecto va á traer sobre la Igle- sia desde este momento males incalculables que aún no han terminado. Lección terrible de la Pro- videncia para quien hace Papas y quien hace Car- denales. Los Cardenales franceses propusieron á Urbano VI se dejase elegir de nuevo para quitar algunos escrúpulos de su legitima elección, pero con el firme propósito, convenido ya entre ellos, de elegir Papa francés. Urbano no cayó en el lazo. Se retiraron á Anagni, y allí, declarados en abier- ta rebelión, nombraron á Roberto, Conde de Gine- bra, que se llamó Clemente VII y puso su Silla en Aviñón. De aquí nace el gran cisma de Occidente, del cual dijo un grave escritor, que los Cardena- les franceses lo habían urdido y consolidado de tal modo, que ni los hombres más sabios y más santos que militaban en ambos bandos pudieron poner en claro quién de los dos que entonces se llamaban Papas lo era en realidad. Fué el cisma peor y el mas sutil de cuantos le habían precedido. Las na- ciones también se dividieron siguiendo cada cual á quien mejor les parecia según derecho. Clemen- te VII fué Antipapa contra Urbano VI y contra el sucesor Bonifacio IX 15 años 11 meses y 28 días.
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