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cz — Pe reo re A A A A A a a ts a = A» > q A —. A A A AAA AR IRA ME = 068= dad. Aludimos al reloj, sobre cuyo particular el jesuíta Tiraboschi, severo crítico del siglo pasado, dice, que aun cuando fuera cierto que hubiesen poseído los romanos relojes de ruedas, no admite duda que se había perdido la memoria de este ins- trumento, y que desde aquellos tiempos el primer reloj conocido es el que colocaron los Dominicos en el campanario de la iglesia de su convento de San Eustorgio de Milán el año 1306. Cerca de medio siglo mas tarde, es decir, en 1348, se colocó el segundo reloj en la torre del pa- lacio de Padua, y dos médicos de esta ciudad, pa- dre é hijo, perfeccionaron este descubrimiento haciendo que marcase los movimientos de la luna. y los planetas, los días y fiestas del año. El tercer reloj conocido fué el de Bolonia que se dejó oir por primera vez el día 19 de mayo de 1356, para cuya construcción se impuso á todos los boloñeses que tuviesen 20 años una contribución de un sueldo y seis dineros. 203. Urbano V, francés, natural de Grissac, en la diócesis de Mende, Guillermo Grimoard, Abad benedictino de Marsella, creado el 28 de oc- tubre del año 1362, gobernó ocho años, un mes y 22 días; murió el 19 de diciembre del año 1370. Sede vacante nueve días. Este Papa fué quien, á la mitra, que San Sil- vestre usó con una corona, y Bonifacio VIII con dos, añadió la tercera. Otros historiadores dicen que fué Bonifacio IX el primero de usar tiara. Á la muerte de Inocencio VI, el Abad Grimoard ex- clamó: si el Papa futuro volviese á su residencia natural, (Roma), yo moriría gustoso al día siguien- te. Quedó sorprendido cuando el Cónclave de
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