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= 063= nos. El Papa Benito XI, dominico, queriendo sose- gar los ánimos exacerbadísimos pero sin menosca- bo de la verdad, mandó que se tuviera en la dicha Universidad una solemne y pública disputa, en que de parte de la Orden Seráfica se defendiese la piadosa creencia, oponiendo los contrarios todas sus razones, con asistencia de legados apostólicos, á quienes señaló por jueces de la causa. El Gene- ral franciscano, que era el español P. Fr. Gon- zalo de Balboa, designó al famoso joven P. Es- coto. Este, puesto en viaje, pasando por delante de una imagen de María se arrodilló, y dijo á la Rei- na del cielo: Dignare me, laudare te, Virgo Sacra- ta; da mihi virtutem contra hostes tuos. «Dignate que yo te alabe, Virgen sagrada; da- me fortaleza contra tus enemigos». La imagen de mármol le inclinó la cabeza en señal de asentimiento. La discusión fué de las más solemnes que ha presenciado el Orbe literario. Dos- cientos argumentos se opusieron, que el joven es- cuchó con edificante sosiego; y acabadas las obje- ciones de los contrarios, se levantó, las repitió to- das en el mismo orden, contestólas una por una, explicando las citas con tanta naturalidad, y re- plicando á los discursos con tanta sutileza, que á la conclusión de su discurso resonó ¡un aplauso ge- neral en toda la ilustre asamblea. Al día siguiente, reunidos los doctores de la Universidad con los Legados pontificios, se declararon solemnemente vencidos, y de acuerdo con el Obispo de París hi- cieron voto de celebrar cada año con solemnísima fiesta el misterio de la Concepción sin mancha. Algunos dicen que los contrarios se apoyaban mp AA A A A A a A e o er gr A A A IN A e Pe -

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