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ronación de Benedicto TIT, hubo un interregno de dos meses y 12 días. Que en ese interregno ocupó la Silla Apostólica una mujer llamada Juana, na- tural de Maguncia, quien habiéndose disfrazado de hombre llegó á ponerse la Tiara, pero á su disfraz hicieron traición los efectos de su incontinencia. Así, justito, cabal, sin que conste quien la eligió, y sin que nadie advirtiese nada en toda la carrera hasta que siendo papa se vió denunciada por sus desarreglos. Verdad es que esta fábula se halla referida como cosa cierta por más de sesenta escritores or- todoxos, entre los que hay santos canonizados, lo que dió ocasión á que los protestantes hayan echa- do mano de este cuento, como de dogma infalible, para combatir á la Iglesia, y á que los malos cris- tianos los hayan coreado; pero críticos concienzu- dos y escritores posteriores como Baronio, Belar- mino, Natal, Alejandro, y entre los protestantes mismos Blondel, Bayle, Leibnitz y otros, han pues- to tan evidente como la luz del dia que jamás exis- tió tal papisa, y han condenado la ligereza con que los escritores se fueron copiando sin tomarse el trabajo de averiguar, y dando cuerpo real á lo que en principio fué una idea despreciativa, una burla. Los romanos decían: no tenemos un papa Juan, sino una papisa Juana. 111. Mariano I, (otros le llaman Martino Il, otros Mariano) de Monte Fiascone, en los estados Pontificios, creado el 25 de diciembre del año 882, gobernó un año y un mes; murió el 25 de enero del año 884. Sede vacante seis días. 112. Adriano III, romano, creado el 31 de enero del año 884, gobernó un año, tres meses y

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