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dido, precisamente en Matematicas, cuando cur- saba estudios inferiores. Ramén y Cajal tuvo que empufiar la navaja de afeitar y la lezna del zapa- tero durante su bachilerato, para que naciera en él la aficién a los libros. Hasta Walt Disney fue suspendido en dibujo, aunque sdlo contaba a la saz6n nueve afios de edad. Yerran por tanto los padres que ante el sus- penso de su retofio desesperan de su capacidad para el estudio. Urge ante todo hacerse esta pre- gunta: ;Por qué le han suspendido? Es ademas caso muy distinto el de los estu- dios primarios, secundarios o superiores. El ambiente ejerce un influjo decisivo. Tan im- portante como la competencia de los profesores ha de considerarse la armonia familiar y el ré- gimen disciplinar del colegio. Hugo Zirngilb, presidente de la Asociacién de Profesores de Baviera, sefialaba algunas causas de fracasos iniciales: Hay nifios que no logran acomodarse al régimen comunitario de la escuela primaria, porque entra- ron en ella sdbitamente, sin haber pasado por los Jardines de Infancia. Otros no pueden seguir el ritmo escolar por las turbulencias hogarefias. No hallan sosiego en casa para hacer sus deberes. Este caso no se da- ra entre nosotros, los espafoles; puesto que nues- tro Ministerio de Educacién y Ciencia, ademas de reducir a 26 horas semanales de clase las 30 y 36 que rigen en el resto de Europa, ha prohibido en términos severos los llamados «deberes escola- res». Sin duda el natural despejo de los celtiberos puede competir con la dedicacién constante de las otras naciones. Son asimismo de mala consecuencia estas dos actitudes de los padres: resolver previamente los «deberes» de sus hijos, en vez de ayudarles a en- tenderlos, y atronarles los oidos con la cantinela de que su nifio ha de sacar las mejores califica- ciones todas las semanas o todos los meses. Con el primer modo de proceder van creando en el muchacho una conciencia de sdbelotodo, que se quiebra desesperadamente cuando se halla solo ante cualquier novedad; y con ese reclamar las calificaciones mas altas, llegan a amargarle su jus- ta satisfaccién y contento por unos éxitos de me- nor cuantia. Y acaban por desmoralizarle. La mas peligrosa pretensién contra la cual se alzan todos los pedagogos es la de obligar a la mente infantil a dar saltos de canguro. En la evo- lucién normal de la naturaleza no hay discontinui- dad sino procesos sucesivos. Alumnos de estudios universitarios Ilegan a padecer todavia las conse- cuencias de una escuela primaria deficiente o de un bachillerato prematuro.
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