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Pa. — 34— Para cobrar su juventud perdida. Tú infundirás entonces en sus venas Los raudales de sangre generosa Que atesora mi raza. Vuestros nietos, Anhelantes de gloria y de riqueza, Del nuevo mundo arribarán al suelo, Y harán sentir su saludable influjo De honradez y valor por todas partes. Mas escuchad queridos euskaldunas, AMá hacia el Sud de las regiones nuevas Sobre un gran río como el mar extenso, Que el Plata llamarán estupefactos Por las riquezas que su orilla oculta, Dos soberbias ciudades en la boca Cimentaréis del majestuoso rio; Montevideo de luciente mármol) Con sus mil quintas, que en el mar se miran, Y la rema del Plata, Buenos Aires, Que extenderá su colosal imperio En la Argentina inmensa; será emporio Del comercio del mundo, ho!gado asilo A los que emigran de lejanas tierras. AMlí irán vuestros hijos por las pampas, Que se extienden del Plata hasta el estrecho: Poblarán las llanuras de ganado Y á sus impulsos abrirá el arado De la Argentina los fecundos senos. ¡Cómo al sentir los varoniles pasos De vuestros nietos saltarán de gozo En sus perdidas tumbas Jos valientes Y sabios capitanes euskaldunas, ¿l nobie Ayolas, el prudente Irala, | Y Zabala y Garay y tantos otros, Hijos preclaros de la madre Euskadi! Y Argentina será, tras muchos años De constancia y valor, para los baskos En justo anhelo su segunda patria. Y un día brillará, dijo el anciano Con voz de vivo y singular contento, Que esparcidos los baskos por las pampas, Derramados en pueblos y ciudades, , Estrecharán sus lazos fraternales

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