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bía encontrar su desgracia en la misma ciudad. Una valiente.—Mientras tanto, Juana no cesaba de suplicar al Rey que fuese pronto á París para restablecer definitiva- mente la paz en todo el reino; y el 21 de Agosto supo que el Rey iba á Compiegne para tratar de las condiciones de la paz con Felipe el Bueno el duque de Borgoña, traidor á Francia y aliado de los ingleses. Triunfaba pues, la política insensata y des- graciada del cobarde La Tremoille. Juana no pudo más, y arrastrada por el patriotis- mo y el consejo de sus «Voces», decidió se- pararse del Rey y marchar sobre París, con los capitanes que le quedaban fieles». «Duque, dijo al de Alencón. que se prepa- ren vuestras gentes y capitanes; quiero ir á París». Partieron con un gran destacamente del ejército real; iban de victoria en victoria. De Seulis se llevaron álossoldados del con- de Vendame que se incorporaron á su des- tacamento, y el 25 de Agosto entraron en San Dionisio, mientras que la ciudad de Beanvais se rendía al Rey y expulsaba á su Obispo Pedro Cauchón. más bien polí- tico rendido á los ingleses que Prelado al servicio de la Iglesia. El fué mas tarde el verdugo que condenó á Juana de Arco, á ser quemada.
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