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— 74 feliz volviéndola á ver! ¡Con qué efusión se abrazaron! ¡Cómo hablaron padre é hi- ja del pasado, del presente, de su madre'y de su pais! El buen hombre estaba recom- pensado de sus penas y volviendo á repe- tir á Juana el perdón que ya le había concedido, la bendijo y animó á continuar su obra. ¡Pobre padre! ¡no podíasospechar siquiera que con aquellas palabras alenta- ba á su hija para el sufrimiento y el mar- tirio! ¡Oh, si pudiera morir aquí! había dicho por la mañana en medio de la alegría del triunfo; «¿y donde creeis pues, hallar la muerte?», le preguntó el obispo de Reims. —«No sé nada; donde le plazca á Dios. He hecho lo que Él me ordenó, pero yo qui- siera que me mandara á mi casa para guar- dar las ovejas con mi madre y mi her- mana. ¡Oh Juana! eres humilde y á la vez su- blime enviada del cielo! Punto de parada.—El viernes 22 de Julio, el Rey se dirigió á Soissons que aca- baba de someterse. La coronación de Reims había pfoduci- do excelente efecto en el espíritu del pue- blo, y los corazones se volvían hacía su so- berano legítimo. Orleans salvado en cua- tro días. Los ingleses expulsados en seis, de todas las posesiones del Loire, derrota-

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