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a ron al Rey á ofrecerle sumisión, y el 15 de Julio entraba el Monarca solemnemente en la ciudad. En ella encontró Juana á cinco compatriotas, labradores de Domremy que habían acudido á saludarla y aclamarla. Cuando á pesar de los honores que se le rendian, vieron que se acercaba á ellos con la sencillez franca y cordial que estila- ba en su país. y cuando la oyeron «Tecir que hubiera preferido y que prefería aún la vida del pueblo á todos los homenajes que la tributaban, se enardecieron los al- deanos. y la hablaron con el+corazón en la mano. Uno de ellos le preguntó: «¿No te- meis nada en esta guerra?»--<«Solo temo la traición» contestó ella con convicción. Entrada.—Los delegados de Reims se adelantaron cuatro leguas para ofrecer al Rey las llaves de la ciudad, y el sábado 16 de Julio, Carlos entraba con su ejército en ella. Esta toma de posesión, sin ningún gol- pe ni hecho de armas de una población tan importante en medio de los Borgoñeses, que eran aliados de Inglaterra, era un ver- dadero prodigio, obra de Juana de Arco. Cuando el Rey seguido de inumerable es- colta avanzaba por las calles de la ciudad, saludado con las aclamaciones del pueblo y el grito tradicional de los franceses, en la consagración de sus reyes. ¡Noche bue-

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