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88 Troyes.—Cuando la vanguardia fran- cesa llexó á los muros de esta ciudad, los soldados que la guarnecían intentaron una salida; pero se vieron obligados á retirarse precipitadamente después de haber ensa- yado la primera escaramuza. El Rey y Jua- na enviaron cada uno un mesaje á los tro- yenses; los mensajes fueron recibidos, pe- ro sin permitir la entrada á los mensajeros. Leyeron el del Rey en pleno Consejo. y le respondieron que habían jurado no recibir soldados en la ciudad sin autorización del duque de Borgoña, amigo y apoye de los ingleses en Francia. En cuanto al mensaje de Juana, se contentaron con reirse y tra- tar á la heroína de charlatana y loca. Hubo también un monje, célebre tribuno del pueblo, por nombre fr. Ricardo, que que- riendo darse cuenta por si mismo del estado de espíritu de la que le habían representa- do como una exaltada y bruja, pidió acer- carse á ella haciendo la señal de la cruz. «Acercaos, acercaos hermano, le dijo Jua- na alegremente; podeis estar tranquilo, no volaré; y el monje después de haberla oi- do, le otorgó toda su confianza y en Tro- yes y en Francia, fué el defensor de su ce- leste misión . (1) (1) Este Fr. Ricardo fué el popularísimo após- tol franciscano. (N. del T.)
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