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— 64 — denonados; mas de pronto vieron los ex- ploradores, brincar á un ciervo que huye; oyéronse gritos que eran precisamente de los ingleses puestos en emboscada..... El ciervo habíales descubierto, y avisada Jua na de la presencia del enemigo dijo al du- que de Alencon.—«¿Teneis buenas espue- las?» —¿Para qué? repusieron los jueces con cierta inquietud; ¿es que nos vamos á ver obligados á huir?»—<¡No, no! mil veces, les contestó la Doncella;avanzad sin temor, los ingleses serán derrotados; ellos son los que huirán y harán falta buenas espuelas para perseguirlos». Victoria.—Con efecto; el ejército fran- cés tan milagrosamente avisado y dirigido, cayó sobre los ingleses y los derrotó por completo. Estos que, hacía poco vencedo- res, se mostraban tan orgullosos, se des- bandaban vencidos y locos. Hubo una horrible matanza; 2.000 hom- bres murieron y 200 fueron hechos prisio- neros, entre ellos figuraban los jefes mas temibles. Talbot, lord Scales, Tomas tampston de Nonguerfort. El duque de Bestfort regente de Francia por el Rey de Inglaterra, empezaba á temblar en París. «Todas nuestras desgracias, escribía al car- denal de Winchester, son debidos á una joven maga que por sus sortilégios ha de- vuelto el alma á los franceses.»
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