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a a saria la retirada. No se sentían con valor para luchar más tiempo contra Juana de Arco y sus soldados; pero era preciso á toda costa evitar una derrota y salvar el ta y ved ahí lo que imaginó el general en jefe Talbot. El domingo 8 de Mayo por la mañana los ingleses salieron de sus far- talezas, se colocaron en dos grandes filas Ó cuerpos de batalla delante de Orleans co- mo para amenazar la plaza. Era esto to costumbre militar, presentar batalla, y los capitanes y soldados franceses papi prendidos y no preparados para la acción salieron enseguida de la ciudad aceptando el reto. Avisada Juana montó á caballo, apesar de su herida, y colocó á sus tropas en orden de batalla, pero por orden del cielo decide no empezar la acción. «No los maltratemos, decía, esa es la voluntad de Dios: que se vayan si quieren, eso basta; pero si nos atacan entonces defendéos va- lerosamente y no tengais miedo, sereis dueños del campo. lsa misa en el campo. -— Como era do” mingo, mandó Juana preparar un altar para la misa de campaña en frente de los dos ejércitos Los ingleses no turbaron la ceremonia. Juana que estaba arrodillada se levantó al final de la misa después de haber recibido órdenes de sus «Voces que le dijeron: «Si miran al otro lado de
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