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a alejada de aquél sitio, nuestra heroína, bajo el peso de la herida y del dolor, y ri 1- diendo tributo á la debilidad de mujer, tuvo miedo y lloró. Más de pronto, levanta á Dios su hermo- so corazón y repite ardorosamente, que su voluntad es hacer y sufrir todo por la li- bertad de Francia; y otra vez sus Voces la consuelan y prometen victoria. Animada por este consuelo del cielo, saca ella misma con valor la flecha atrave- sada en su cuerpo, hace curar la herida, y levantándose, se presenta dispuesta á re- petir el asalto. Nuevo consejo. -—Los jefes, empero” aprovechando la ausencia de Juana, y sin preocuparse de su herida, celebraron un rápido Consejo. desatendiendo las ideas y los planes de la enferma. Fueron de opinión de que por el mo- mento era preciso abandonar la lucha y di- rigióronse hacia Juana para comunicarle su decisión. En vano la generosa, niña, mas valiente que aquellos viejos guerreros, les suplicaba que esperasen un poco. Dunois ordena el toque de retirada, pe- ro Juana se levanta como si nada tuviese, y en tono de autoridad les declara la vo- luntad de Dios: «En nombre de Dios les:

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