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— 46 puente después de haber tomado las Tou- relles.» Todo el mundo sabía que el puente se hallaba medio destruído; por tanto extra- ñáronse al oirla hablar de ese modo; ¿pero no estaban ya acostumbrados á escuchar de Juana cosas estupendas y verlas reali- zadas? Juana acompañada de unos pocos oficiales, pero seguida de una multitud de gente que ella arrastraba, se encaminó ha- cia una puerta de la ciudad, que llamaba la puerta de Borgoña. Mas los jefes milita- res cansados con su parecer, y queá pesar de todo preferían seguir sus ideas que de- jarse dirigir por Juana, habían tomado sus prov idencias en previsión de lo que pudie- ra suceder, y acordaron en Consejo el dar orden de cerrar solidamente aquella puer- ta, destinando un cuerpo de soldados par: custodiarla, con prohibición, absoluta de abrirla á nadie. ¡Miseria humana! En vez de rendirse an- te la evidencia de los acontecimientos y apoyar en sus planes á la libertadora. todo era ponerle dificultades. Juana habíales anunciado lo que iba á suceder. Puerta abierta.—La muchedumbre que la seguía entusiasmada, al ver ese obs- táculo, empezó á derribar la puerta, y pronto el oficial que la custodiaba con el destacamento á su mando, vió su vida en
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