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un día ni un mes. según la opinión de los veteranos de la milicia. Nuevo Consejo.—Cuando de noche volvía á la ciudad, llegóse á ella un noble caballero, que venía á contarle de parte de los capitanes, lo que el Consejo había de- cidido. Sin duda, todos reconocían que la victoria de aquella jornada había sido ma- ravillosa, visto el pequeño número de fran- ceses, contra las fuerzas inglesas; pero que- rían esperar antes de entrar de nuevo en la pelea. Verdadorainente era esto llevar muy lejosla desconfianza y aún la delicadeza con la libertadora, sobre todo en el momento en que no podían menos de confesar que acababa de dar una solemne prueba de su misión divina, y de su poder extraordina- rio. Juana, pues, irguiendo la cabeza res- pondió. grave y decididamente: Vosotros habeis estado en vuestro consejo y yó en el mío. Sabed que mi consejo que es el del Se- ñor, se cumplirá, y que el vuestro no ser- virá de nada. Mañana, añadió, tendré mu- cho que hacer, pero realizaré cosas mayo- res que todas las que he hecho hasta hoy; y sin embargo mañana seré herida y mi sangre correrá.» Profecía que ya había he- cho al Rey en la entrevista de Chinón. Una salida.—Al amanecer del sábado 7 de Mayo, Juana estaba dispuesta á partir. «Esta noche ununció, volveré á pasar el

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